Felipe Delgado de Jaime Saenz es, si no la más notable, una de las novelas más importantes de la literatura boliviana. Como indica el título, es una novela armada en torno a un protagonista (Felipe Delgado, precisamente) y su mundo inmediato. Este mundo es el de una búsqueda alcohólica de la trascendencia en los márgenes de la ciudad de La Paz, allá por los años 30, y cuyo núcleo es la Bodega de Corsino Ordoñez, la bodega de los aparapitas. Como en un arreglo musical, de una partitura narrativa a otra representativa, David Mondacca ha desplazado ese texto novelístico a uno teatral. En ese arreglo, los solos (monólogos) desarrollan y cuentan las pulsiones que mueven a Delgado y el apoyo de los otros personajes (como un contrapunto instrumental) lo entorna y lo completa. Como sucedió en otros desafíos semejantes (“No le digas,” “Santiago de Machaca” y “Los cuartos”), el encuentro entre Saenz y Mondacca ya parece parte de un destino común, de las dos caras de una misma moneda. Sea el espectador cómplice, ahora, de esta representación y, a la vez, recreación de Felipe Delgado.
Luis H. Antezana J.
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